lunes, 6 de junio de 2016

El Avión


Mientras jugaban en el patio de la escuela, Claudia tomó la teja para aventarla hacia el número diez y dijo en voz bajita: “Por favor, que no caiga en la raya, que no caiga en la raya”.
La teja salió volando y Gesar se rió mucho porque fue a parar precisamente a la mera raya entre el número nueve y el número diez. Mientras él hacía lo suyo y saltaba sobre un pie hacia el siguiente número, le dijo a Claudia: “Ya ves mamá que te he dicho que nunca le atinas”.
Claudia bajó el pie. Se plantó firme en el número siete y muy resuelta le dijo a Gesar: “Este es mi sueño y en mis sueños, yo siempre le atino”. Giró para ver el final del avión y entonces, la teja cobró vida y dando saltitos, se movió de la raya y se fue a acostar hecha un ovillo, en el centro del cero del número diez.
Claudia y Gesar decidieron entonces, jugar a otra cosa porque aún quedaban muchas horas para soñar.

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