lunes, 27 de junio de 2016

La Invitada





Cuando Gaby abrió la puerta se quedó muy sorprendida:
Rogelio y Ana habían traído una invitada sin avisar y sabían bien que eso a Gaby no le gustaba.
“Perdón mami, dijo Rogelio, pero es que estaba ahí solita en la calle, parecía perdida y la quisimos ayudar.”
“Sí mami, dijo Ana, déjala que se quede un rato con nosotros, nadie le hacía caso.”
Mirando los ojitos de sus hijos y la mirada chispeante de la invitada, Gaby tampoco se pudo resistir. Le dio permiso a los niños de que se quedara y los mandó a los tres a lavarse las manos porque ya era la hora de la comida.
Durante la comida, Gaby observaba a la invitada que comía muy calladita, muy correctamente usando cuchillo y tenedor. Cada vez que la miraba, Gaby sentía en su panza un no sé qué, qué se yo, que hacía que su corazón latiera más fuerte, como si se estuviese haciendo grande. Ana y Rogelio, estuvieron muy parlanchines durante la comida. Contaron chistes, le compartieron a su mamá cosas que les habían pasado en la escuela y hasta le dijeron que la comida le había quedado súper deliciosa y se comieron todo sin quejarse ni hacer caras. Otra vez Gaby al ver la actitud de sus hijos, sintió ése no sé qué, qué sé yo en su corazón. Miró a la invitada y ella coqueta, le guiñó un ojo.
Al terminar la comida, los niños y la invitada salieron a jugar a la pelota y Gaby los observó por la ventana. Rogelio y Ana reían y jugaban y platicaban y Gaby sentía su corazón crecer más y más con ése no sé qué, qué se yo…
La invitada se separó de los niños y vino a la cocina a hablar con Gaby. Se sentó en un banco junto a la mesa y le dijo: Hoy dejé que los niños me vieran y me trajeran de vuelta a casa sólo para que ni tú ni ellos, se olviden nunca que habito aquí. Esta es también mi casa ¿sabes? Llegué a vivir aquí cuando Rogelio y Ana nacieron. La alegría habita siempre en los hogares de las pequeñas familias que se aman.
Rogelio y Ana vinieron a la cocina a abrazar a su mamá y cuando se dieron vuelta, la invitada ya no se dejó ver más.
© Nora Girón-Dolce

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